Muchas veces nos preguntamos si las redes sociales nos son útiles cuando intentamos introducir alguna herramienta o práctica virtual en nuestras clases. O pensamos qué podemos hacer para mantenernos en contacto con los alumnos.
Los docentes, sabemos, tenemos como una tarea principal motivar a los alumnos. Sin la debida motivación, nuestros estudiantes decaen y fallan, o no participan. Solicitándoles su opinión, instaurando el debate, pidiéndoles que justifiquen su opinión y/o que den ejemplos de lo que formulan, logramos la mayoría de los casos interesarlos y, lo que es fundamentar, hacerlos pensar.
Planteamos entonces una didáctica particular, una nueva perspectiva que concibe las implicaciones didácticas del impacto tecnológico, no por la cualidad del soporte o por la innovación que proponen, sino por sus huellas que dejan en el conocimiento. (PEROSI, María Verónica, 2012: 3).
Particularmente, utilizo Twitter como medio de comunicación y organización. Los hashtags son sumamente útiles a la hora de recabar trabajos, opiniones, conversaciones, etc. Me manejo también con blogs y armo, a fin de año, la blogosfera del curso en cuestión.
Ahora bien, no por eso dejo atrás mi tarea presencial. La práctica en el aula se ve enriquecida, no reemplazada, por estos nuevos escenarios. Es fundamental que recordemos esta cuestión, y que sigamos adelante por este nuevo camino que nos ofrece la tecnología. “El conocimiento se construye socialmente y la mente rara vez trabaja en solitario. (…) Los artefactos se emplean para estructurar la actividad, ahorrar trabajo mental, evitar el error; funcionan como estructuras mediadoras que organizan y limitan la actividad.” (Pea, 1993).
En resumen, la labor del docente consiste en motivar el interés del alumno (y el propio) y actualizarse periódicamente para permanecer a la vanguardia de los cambios tecnológicos y no quedar “pisoteado” por ellos.
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