miércoles, 2 de mayo de 2012

El concepto de literatura y la Web 2.0: ¿la convergencia es posible?


Cuando comencé el curso “Creá, publicá y compartí. La Web 2.0 en Educación”, debo admitir que me abataté.
Primero, tenía que abrir un blog. “Ya lo tengo”, pensé, “pero no me sirve para este curso. Voy a armar otro sobre la misma base.” De esa forma, creaba casi sin querer mi propia “blogosfera”…
Después, crear una cuenta en Twitter. “¿Qué? ¿Por qué? ¿Para qué? Ufa….” Y bueno, la creé. Terminé hablando con compañeros del curso, me hice seguidora de algunas personalidades que me interesan… “Y vi que era bueno”, como reza en la Biblia. “Tengo que aprender a no criticar lo que no conozco”, reflexioné.
            Pero lo último que surgió, casi concomitantemente con la actividad final, fue la de utilizar ambas herramientas con fines pedagógicos. De hecho, Sáez Vacas (2005) define a los blogs como “una conversación interactiva durante un viaje por el conocimiento”. Y me imaginé que de esa forma podría “alentar a los alumnos en prácticas intencionales y reflexivas de comunicación.” (Andreoli, S. 2012) Asimismo, Twitter sería una buena forma de “conectarnos”.
Me dirigí a mis alumnos de 4º año, y les propuse lo siguiente. “Ya que estamos estudiando distintos conceptos de literatura, hemos trabajado con algunos cuentos[1] y vimos “Mis tardes con Margueritte”, ¿qué les parece si escriben unos ensayos, los publican en blogs y arman una blogosfera del curso?”
Las primeras reacciones fueron de pavor. Como las mías. Entonces les definí con mayor profundidad en qué consistía mi planteo: “La creación de una red de blogs de alumnos [blogosfera] brinda una nueva estructura temporal y espacial para la lectura de las producciones de los pares, promoviendo el descubrimiento de las similitudes y diferencias entre sus producciones y el establecimiento del diálogo grupal.” (Andreoli, S. 2012)
Siguieron manifestando resistencia. Aunque ya iban cediendo. Intenté que comprendieran que ellos, nativos digitales, podrían comprometerse en un proyecto que tenía mucho para darles y que les permitiría acceder a la escritura y al aprendizaje desde un lugar mucho más significativo que la evaluación tradicional. Tendrían que trabajar más, por supuesto, pero ahí estaría yo para ayudarlos. Y, por qué negarlo, “la motivación por escribir aumenta al participar de actividades auténticas de comunicación.” (Andreoli, S. 2012)
Ahora bien, creados los grupos, les pedí que anunciaran las entradas vía Twitter. “Profe, usted tiene Twitter?” No lo podían creer. “Por supuesto. Creemos un hashtag del grupo, si no va a ser un lío. ¿#literatura4o les parece?” Estupor grupal…
Al día de hoy, están armando sus blogs y comenzando a publicar. Están muy entusiasmados con sus trabajos, a pesar de la negación previa, y están eligiendo nombres muy creativos para sus blogs (por ejemplo, “la literatura que nos miente”, aludiendo a uno de los conceptos trabajados). Prometo, no bien nos pongamos de acuerdo en el hashtag, mantenerlos informados...
¡Hasta entonces!


[1] Entre otros, “La historia según Pao Cheng”, de Salvador Elizondo, y “El retorno y los libros”, de Raúl
Álvarez Tuñón.

miércoles, 25 de abril de 2012

Twitter: una herramienta para el aula del futuro


¿Cuántos somos los que rechazamos Twitter la primera vez que vimos o investigamos esta red? 
Muchos, me imagino. De hecho, recuerdo cuando abrí mi cuenta hace aproximadamente un año: duré verdaderamente sólo un día. Si bien me di cuenta de que era una plataforma muy efectiva de distribución y canalización de información, un sistema útil para compartir enlaces, información y/o noticias de manera instantánea, no pude soportar verme "reprimida" a escribir y compartir mis emociones e impresiones en tan sólo 140 caracteres.
Ahora bien, de cara al curso e investigando un poco sobre las posibles causas de mi rechazo (algo que, reconozco, suelo sentir cada vez que me encuentro ante una nueva herramienta informática), llegué a leer el blog de Howard Rheingold, un crítico referente de la cultura digital que expone algunas razones relevantes para usar Twitter. Entre otras, la inmediatez de las actualizaciones de información, el enorme abanico de temáticas y de públicos, la asimetría que permite al usuario relacionarse con sus contactos / seguidores según intereses propios, sin la obligación de seguir al seguidor, la posibilidad de que emerjan comunidades, etc.
Entonces, llegué a la conclusión de que verdaderamente podría valerme de semejante herramienta para el aula. Crear distintos grupos de alumnos, organizarlos según las comisiones e intereses, avisarles qué temas deben ir revisando, cuáles materiales deberían conseguir, qué libros leer... 
Y no sólo eso. No deberíamos caer en los clásicos prejuicios acerca de las infinitas posibilidades que plantean las herramientas informáticas en el aula:


Twitter nos permite reflexionar a través de consignas creativas, como por ejemplo pensar qué podría haber twitteado Cortázar a la hora de publicar Rayuela o cuando se le ocurrió semejante revolución literaria; cómo nos referiría García Márquez la vida de la "familia de locos" que protagoniza Cien años de soledad; desafiar a los alumnos a que resuman una novela de Almudena Grandes en 140 caracteres; armar un debate acerca de los tópicos que recorren la obra de Federico García Lorca... La lista es infinita. Y se adecúa perfectamente a los propósitos que podríamos tener en cuenta a la hora de valernos de la Web 2.0 en el aula.
Que la escuela - nodo ha dejado atrás al tipo de clase convencional es una realidad. Que los docentes debemos estar a la altura de las circunstancias, una exigencia y una necesidad de estos tiempos. Que nos podemos entretener mucho haciéndolo, una gran verdad. Por suerte.

martes, 17 de abril de 2012

Las narrativas transmediáticas: ¿el boom literario del futuro?

Para comenzar, intentaremos comprender el título: en otras palabras, ¿qué son las narrativas transmediáticas?
Jenkins las define como las "historias que comienzan en un medio y se expanden a lo largo y a lo ancho de la ecología mediática. Este proceso expansivo se incrementa cuando los consumidores entran en el juego y lo expanden aún más con producciones propias, que terminan alimentando las redes sociales y webs colaborativas como YouTube o Vimeo". (Scolari, 2011). Un ejemplo muy actual (y muy en boga) podría ser Game of Thrones, la conocida serie televisiva basada en una saga editorial, que se ha ido bifurcando en videojuegos, páginas web, blogs y otras yerbas virtuales.
Ahora bien, ¿por qué transmedia y no multimedia? ¿Recuerdan la (ya vieja) Enciclopedia Encarta, que por poco proponía la salvación de nuestras vidas a través de gráficos mezclados con sonido? Pues bien, eso era multimedia. El nuevo concepto remite a un espectador que "adquiere un rol activo en la búsqueda de recursos dispersos, en la navegación por múltiples plataformas, en la selección de material relevante y válido. Están en juego las capacidades de búsqueda, evaluación e integración de información dispersa." (Scolari, 2011). 
Queda clara la diferencia con el CD-Rom, inalterable e inalcanzable. Hoy en día, las historias más significativas tienden a "fluir a través de diversas plataformas multimedia." (Jenkins et al., 2006) Podríamos citar, para dar otro caso, una de mis películas preferidas, The Matrix (1999). Relacionada con la filosofía budista y la estética del comic, distopía que nos llama la atención sobre el peligro que podría entrañar el mal uso de ciertas herramientas tecnológicas (y su reproducción), ha dado pie a diversos juegos online, grupos virtuales, infinidad de blogs, animaciones; es decir, toda una "cinema-centered transmedia storytelling". (Transmedia storytelling)
Aclarado ya el concepto presentado, pasamos al interrogante en el título ¿Habremos dado con una nueva forma de narrar? ¿Una manera que mide el éxito, no tanto en la calidad de la escritura sino más bien en la cantidad de estructuras textuales complejas que se produzcan (algo que podríamos plantear en el éxito editorial Harry Potter)? ¿O simplemente se trata de una innovación que caerá en desuso, al estilo de aquellos viejos libros de la colección Conoce tu propia aventura?
Evidentemente, no podemos quedarnos quietos. Investigamos, producimos, criticamos, reproducimos y a veces, lamentablemente, destruimos. Que la brújula de las nuevas tecnologías nos permita vislumbrar un horizonte de producción creativa.